sábado, 4 de enero de 2020

EL MONTADOR DE SANTO EN LA SANTERÍA


Son muchas las discrepancias litúrgicas y ceremoniales que giran entorno a la regla de osha afrocubana, tergiversaciones que van desde ceremoniales inventados a divinidades que ni si quiera en Nigeria existen. En los últimos 20 años, se ha acrecentado el rol del caballo de santo en las celebraciones de Osha. los famosos montadores de santo (bailarines de Aña), son aquellos que durante la ejecución musical del tambor Aña (Adyán) en las celebraciones religiosas, entran en posesión por sus divinidades titulares.  Dicho trance es llamado Sírimbá, también comúnmente conocido como Baruya. Durante este trance, el individuo comienza a dar muestras de que su Orisha tutelar esta acoplando su cuerpo emitiendo sonidos y gesticulaciones que según son propias de la divinidad en cuestión. Algunos de estos bailarines posee el ritual de Ashé Lenú, ósea que se les ha dado por medio de un secreto ritual la facultad de poder hablar, los que no poseen tal ceremonial, al ser poseídos por su Orisha solo se comunican por señas y continuos gemidos que son interpretados por los Olorishas que acompañan al bailarín en los festines a los cuales acuden en calidad de contratados, pues se les ofrece dinero a cambio de sus servicios, pues cada vez que son posesos dan consejos y hacen adivinaciones por inspiración de sus divinidades. 

En Cuba como en Venezuela, en los últimos años se han puesto de moda estos bailarines montadores, pues además de sus vistosos vestidos y trajes de gala que emplean para bailar en las fiestas, también han marcado pauta por sus famosas y transcendentales recomendaciones o adivinaciones In Situ.
Mas famosos se han hecho por el hecho, de que, algunos de ellos estas ordenados en los secretos de un Orisha, pero en las fiestas son poseídos por otra divinidad diferente a la que están consagrados, hijos de Shango que entran en trance con Oya, o aquellos que son hijos de Yemoya al ser embestidos con cantos de Shango emprenden posesión con Oshun.

Con sensuales bailes, mímicas particulares representativos a cada divinidad y con sugestivos gestos que según representan a la divinidad, estos caballos de santo bailan y son el alma de las fiestas afrocubanas. Duran entre una a seis horas en trance, dando consejos, realizando limpiezas y despojos, así como contundentes adivinaciones. 

Algunos a veces poseen la naturalidad de la espiritualidad del Orisha, muchos otros simplemente fingen estar en trance con sus divinidades pues, el costo de sus servicios a veces es bien ostentosos, algunos bailarines pueden cobrar inclusive el doble de los que vale una agrupación de tambores Aña. Dentro de la liturgia afrocubana, los tambores consagrados Aña siempre han gozado de importancia pues, se cree que son los que mantienen conversación directa con los Orisha por medio de los difíciles ritmos musicales, pero dicha relevancia ha pasado a un segundo plano con la proliferación de los bailarines, que como se dijo anteriormente a veces cobran mas que hasta los mismos tamboreros.
 En Cuba, había varios tabú que han pasado a la posteridad, por ejemplo: en una misma fiesta no podía haber dos bailarines completamente en trance con el Orisha Shango u Oya. Esto ya solo es parte de aquel pasado tan ritualista y respetado del cual proviene la regla de Osha afrocubana, en la actualidad hasta los que no son consagrados entran en trance, ¿con quién? No se sabe, pero también lo hacen. A veces hasta determinan quien es el ángel de la guarda de las personas, a veces acertando y a veces no. Usualmente los que son hijos de Shango toman aceite de corojo hirviendo para dar credibilidad a su trance, los hijos de Yemoya ingieren grandes cantidades de melaza, los hijos de Oshun lamen miel, los hijos de Elegua se abarrotan de aguardiente y en algunos casos de vino rojo u blanco. 

También se ha convertido en una moda aquello de consagrarse o recibir al orisha Babalú Ayé pues (para estos montadores) es quien da la potestad de ser caballo de santo o no, es por ello que, personas que durante años nunca han sido montadores de su Orisha, al recibirlo comienzan a experimentar tal fenómeno. Tanto es el auge de los bailarines de santo, que en la regla de Osha actual, la mayoría de las personas creen más en las palabras o adivinaciones de estos bailarines que en los mismos oráculos. 

Antiguamente tanto en Cuba como en Venezuela, las personas desarrollaban la facultad de ser caballos de santo después de muchos años consagrados, algunos otros incluso por medio de algunos Odun lo tenían predestinado, en la actualidad un gran número de recién iniciados ya son caballos de santos. ¿será por la jugosa cantidad de dinero que pueden devengar bailándole en las fiestas?
Otra peculiaridad que antes tampoco era vista radica en que, antiguamente aquellos sacerdotes que tenían la facultad de montar a sus Orisha tutelar eran mujeres o hombres muy respetados, los cuales no sabían como controlar la emanación e irradiación espiritual de la divinidad, en la actualidad al igual que en Cuba, mas del 70% de los bailarines de santo en Venezuela son homosexuales… que extraña coincidencia. 

Dentro del cuerpo literario de Ifa existen odun que señalan que la persona futuramente pudiera ser Elegún, que es el término Yoruba que se le da a aquellas personas que son posesos con Egungun u Orisha. 

En las fiestas de hoy en día, en la regla de Osha afrocubana durante las celebraciones al Orisha, no se sabe si los festines son en honor a los Orishas del panteón Yoruba o más bien a los espíritus del arraigo y del acervo espiritual de América.






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